«No podemos dejar actuar a los distintos Países y a las diversas sedes internacionales donde se deciden la suerte de los pueblos y de las familias sin la contribución específica del pensamiento jurídico de inspiración católica y humanista. Todos sabemos cuánto están infectados los procesos legislativos de prejuicios ideológicos y de lobbies que defienden intereses particulares. Es urgente elevar el nivel cultural del debate también en el ámbito del derecho de familia». Con estas palabras, el Presidente del Dicasterio, mons. Vincenzo Paglia, ha concluido su intervención en la Rueda de Prensa de presentación de los objetivos del Encuentro de trabajo de casi 200 juristas internacionales, promovido en estos días (del jueves 19 al sábado 21) sobre el tema “Los derechos de la familia y los desafíos del mundo contemporáneo”, en la Pontificia Universidad Urbaniana, en el marco de las iniciativas por el trigésimo aniversario de la "Carta de los derechos de la familia", reeditada en cinco idiomas (italiano, inglés, español, francés, portugués) con la Libreria Editrice Vaticana, a cargo del Pontificio Consejo para la Familia.

 

El Presidente ha recordado que la Carta fue querida y confiada al Pontificio Consejo para la Familia por el Sínodo de Obispos y redactada tras tres años de trabajo. «No se trataba sólo de repetir una doctrina, sino de elaborar, a través de una reflexión también de tipo jurídico, un esquema orgánico de los derechos de la familia concebida como sujeto jurídico autónomo».
 

Al afirmar la "sujetividad jurídica de la familia", el beato Juan Pablo II escribía en la "Carta a las familias" (17): «La familia no es sólo la suma de las personas que la construyen, sino también una comunidad de personas; es el 'nosotros' humano creado sobre el modelo del 'Nosotros' divino». Y por lo tanto, «la familia debe ser resituada en el corazón de la reflexión jurídica". De hecho, "es una gran responsabilidad que cae sobre las espaldas de los juristas católicos».

Por desgracia – comenta mons. Paglia − «en estos treinta años, la Carta ha permanecido como un documento poco conocido», a pesar de que contenga, en una síntesis orgánica, «principios presentes en otros textos de la Iglesia y que conservan toda su actualidad» y «traduzca en fórmulas expresadas en términos técnico-jurídicos el deber ser intrínseco al proyecto divino de la familia».