Hay un gran cambio en el tema de la familia -y sobre todo en el derecho de familia- en América. "
En 11 países han sido legalizados los matrimonios homosexuales y en muchos se ha iniciado el proceso. Todo sucede muy rápidamente", dicen los cónyuges John y Claire Grabowski. «
Aumentan los divorcios y la resistencia a asumir las responsabilidades del matrimonio. Sobre todo los jóvenes están influidos por los medios. Sin embargo, es importante la formación en familia. En casa se aprenden los valores de la familia y es muy importante la formación religiosa». Los católicos son creíbles por defender el sacramento del matrimonio - afirma John Grabowski - sólo si testimonian su fidelidad y coherencia con su vida. «
No pueden ser creíbles y los católicos que se dicen contra el divorcio y luego se separan. No hay argumentos convincentes contra el divorcio, sólo el ejemplo».
Los jóvenes americanos sienten aún el deseo del amor único para toda la vida, como demuestran tantas canciones populares.
«Ha cambiado la mentalidad en la sociedad: se vive bajo el signo de la producción y del rédito, hay mucho individualismo. Así, disminuyen los matrimonios y aumentan las familias con un hijo único. La razón es principalmente económica y, por lo tanto, cultural. Antes, los hijos eran considerados una riqueza, hoy son con frecuencia considerados un gasto. Las familias cristianas son llamadas a transmitir la belleza de la familia y de los hijos como don de Dios, en una concepción no económica del intercambio, que es el enriquecimiento recíproco. Nosotros católicos debemos ser testigos de la belleza de la gratuidad».
No es, sin embargo, una tarea fácil. «Existe la necesidad de hacer redes familiares y de una guía espiritual y pastoral para ayudarnos a testimoniarlo mejor y a hacer comprender la espiritualidad evangélica de la familia y de la paternidad», continúa John.
El Pontificio Consejo para la Familia ofrece un servicio a la pastoral familiar, pero -dicen los cónyuges Gabrowski- «se podía hacer más, a través de una colaboración más intensa con las Conferencias episcopales locales, sobre todo con las Comisiones para la Familia y la Vida, y con los agentes de pastoral, para dar información, líneas maestras, documentos y organizar programas conjuntos para el servicio a las familias».
«Es la tercera vez que participamos en la Asamblea Plenaria del Dicasterio y para nosotros es siempre una alegría, una gran riqueza podernos relacionar con otras parejas de otras naciones. Y una gran ayuda, cada vez, nos viene del documento final de trabajo, al cual tenemos el placer y el honor de dar nuestra pequeña aportación», concluye Claire.
