"Como cristianos estamos llamados a promover y tutelar la dignidad de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. La vida es sagrada, un don de Dios. Los abusos a menores, en todas sus formas, destruyen el núcleo de la vida humana". Así, el Hermano Daniele Rono, vicesecretario de la Conferencia episcopal de Kenia se expresó hace algunos días en la clausura de un workshop que trataba sobre un programa de seguridad y protección para los niños.
El abuso sexual a los niños, pero también a los adultos-prosigue-daña la dignidad y sacralidad de la persona humana. A menudo los abusos inducen a los menores a desarrollar una deteriorada imagen de sí mismos, una imposibilidad a afrontar relaciones estables, escaso rendimiento escolar; les arrastra al consumo de drogas, a la depresión e incluso al suicidio.
El llamado del vicesecretario de los obispos tiene como finalidad "que el mayor número posible de niños esté en seguridad. Que puedan aprender a distinguir entre palabras y contactos amables y palabras y contactos peligrosos, que puedan aprender a protegerse del abuso sexual".
"Vuestro deber-añade dirigiéndose a los formadores presentes en el workshop-es el de garantizar que los niños aprendan a defenderse". Todos, concluyó, "hemos recibido de Dios la responsabilidad de asegurar que jamás se le haga daño a un niño".