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Vivir juntos la alegría de la fe
Testimonios de la Peregrinación con el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro



En las dos jornadas de la Peregrinación de las Familias al Sepulcro de San Pedro junto al Papa Francisco (25 y 26 de octubre 2013), hemos recogido algunos testimonios de los participantes.
 
Adriana Sacchetto, Padua
 
«Durante muchos años, con mi marido hemos formado parte de un grupo de familias en la parroquia, y durante más de veinte años me he ocupado de la pastoral familiar. Para mi ha sido una gran emoción estar aquí, en esta plaza como abuelos, con los hijos y los nietos, con el Papa Francisco, al que sentimos tan cercano al corazón de las familias, de todos, de los más pequeños y de los mayores. Este Papa está junto a los padres, en la delicada tarea que deben desarrollar, que es también una misión. Tengo dos hijos; la mujer es misionera en Ecuador, y me dice siempre que soy abuela de muchos niños: al menos de los 1200 que frecuentan su escuela. Allí hay una gran pobreza. Las mujeres están a cargo de las familias, de la educación, y de los temas económico-organizativos. No tienen agua, ni una casa, les faltan los bienes esenciales. De fuera acuden los buscadores de oro, que echan el mineral en el río y envenenan el agua. Debido a esto, nacen niños con graves malformaciones y muchas mujeres los pierden en el embarazo. Aquí, hoy, mi oración se eleva también por aquellas familias lejanas, en el espacio físico, pero muy cercanas en mi corazón».
 
Rosario Passalacqua, Roma
 
«Debo a mi hijo poder estar aquí con miles de familias, hoy. Es il más pequeño de mis tres hijos, presidente de los Jóvenes de Acción Católica. He sufrido una separación. Mis dos hijos mayores, abogados, no me dejan ver a los nietos, y yo sufro mucho por eso. Soy fiel a mi mujer, porque creo en el sacramento del matrimonio. Sé que he cometido errores, con mi mujer y mis hijos, pero me toca mucho lo que dice el Papa Francisco: la Misericordia debe ser la estrella polar en las relaciones entre los cónyuges, entre padres e hijos, entre todos los miembros de una familia. La fe y la cultura me impiden caer en depresión. Hoy, lo que le pido al Señor es la serenidad y armonía en nuestra familia, incluso en la separación».
 
Therese y Tony Zammit, Malta
 
«Somos un grupo de veinte personas de Malta, miembros de una Asociación de abuelos católicos, fundada en Irlanda por Catherine Wiley en 2009. Tenemos dos hijos -un hombre y una mujer- y cuatro nietos. En nuestro pueblo, hay una gran solidaridad entre los abuelos. Vamos juntos a Misa, hacemos vacaciones juntos, nos ayudamos a educar en la fe a nuestros nietos, con el buen ejemplo y las buenas palabras, corrigiendo los comportamientos negativos. Nuestra hija no trabaja, para dedicarse enteramente a la familia. Hoy es muy difícil educar a los niños. No hay tiempo para los afectos, sobre todo en la familia. Nosotros hemos celebrado los 40 años de matrimonio. A quien nos pregunta cuál es el secreto del matrimonio para toda la vida, le respondemos que es fácil y difícil a la vez: creer y comprometerse cada día, con tanta paciencia y capacidad de perdón, uno hacia el otro. Como dice el Papa Francisco, agradeciendo recíprocamente por el don cotidiano del amor, respetándose y pidiendo perdón por la falta de sensibilidad, de amor, que a veces sucede en la vida común. Hoy, sin embargo, es todo más difícil para las jóvenes parejas, porque la cultura y la sociedad no son amigas de la familia, en el aspecto especulativo y en el práctico, como organización concreta. Por eso es importante que las familias se unan entre ellas, para compartir juntas la alegría de la fe».
 
 
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