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La Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia/3
Roma, 25 de Octubre de 2013



La Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia celebró su tercer y último día de trabajos comenzando con la celebración de la Santa Misa, presidida por el presidente del Pontificio Consejo, monseñor Vincenzo Paglia.
 
La ponencia de la mañana estuvo a cargo del doctor David Rosen, de la comunidad judía, que habló de la "Carta de los Derechos de la Familia desde la perspectiva Hebrea". El Rabino Rosen empezó señalando algunas diferencias entre judíos y católicos, como la aceptación por ellos del divorcio y de la contracepción, así como del no reconocimiento del estatus jurídico de persona al embrión hasta su nacimiento. Sin embargo, ambas religiones sí coinciden en destacar el valor central de la familia para el bien social.
 
Lo más importante de la jornada, sin duda, fue la audiencia que Su Santidad el Papa Francisco concedió a los miembros y consultores del Pontificio Consejo para la Familia. Tras el saludo dirigido al Pontífice por el presidente del Dicasterio, el Papa pronunció un emotivo discurso en el que, entre otras cosas, afirmó que Para Su Santidad, «la familia es el lugar donde se aprende a amar; el centro natural de la vida humana. Cada uno de nosotros construye su personalidad en la familia. Allí se aprende el arte del diálogo y de la comunicación interpersonal». Por eso «la comunidad-familia debe reconocerse como tal, aún más en el día de hoy, cuando predomina la tutela de los derechos individuales».
«La familia se funda en el matrimonio», afirmó el Papa. «A través de un acto de amor libre y fiel, los esposos cristianos atestiguan que el matrimonio, en cuanto sacramento, es la base en la que se funda la familia y hace más sólida la unión de los cónyuges y su entrega recíproca. El amor conyugal y familiar también revela claramente la vocación de la persona de amar de forma única y para siempre y que las pruebas, los sacrificios y las crisis de la pareja, como de la misma familia, representan momentos para crecer en el bien en la verdad y la belleza».
El Santo Padre ha subrayado, a continuación, dos fases de la vida familiar: la infancia y la vejez, recordando que «los niños y los ancianos son los dos polos de la vida y también los más vulnerables y, a menudo, los más olvidados. Una sociedad que abandona a los niños y margina a los ancianos arranca sus raíces y ensombrece su futuro».
 
Por la tarde, intervino mons. John J. McIntyre, obispo auxiliar de Philadelphia, para exponer el desarrollo de los trabajos de preparación de la Jornada Mundial de la Familia, que se llevará a cabo en esa ciudad norteamericana en 2015.
 
Monseñor Paglia, por último, clausuró la XXI Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia exhortando a todos a seguir colaborando con el Papa en el servicio que el Vaticano lleva a cabo por la familia y la vida en el mundo.

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José Luis Mendoza
 
Lydia Jiménez
 
 
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