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La Familia, ¡qué empresa!
Se ha inaugurado el ciclo de "Diálogos por la familia" organizado por nuestro Dicasterio



La Sala Pío XI, inangurada con motivo del primero de los "Diálogos por la familia" promovidos por el Pontificio Consejo para la Familia, con el tema "Familia, primera empresa", en colaboración con la Unión de juristas católicos italianos, el miércoles 17, estaba a rebosar, coo prueba de cuánto sea de máxima actualidad lo relacionado con la vida familiar y su conexión con la sociedad, especialmente bajo la perspectiva jurídica y política. De hecho − dijo mons. Vincenzo Paglia, Presidente de nuestro Dicasterio, en la introducción al acto − «vivimos en un tiempo en el cual, por primera vez en la historia, la familia es atacada radicalmente y sufre ataques frontales». Por lo tanto, «no se puede estar sólo a la defensiva, sino que debemos tratar todos los aspectos de los problemas de la famlia para encontrar las soluciones.La familia debe volver al centro, de la pastoral, de la política, de la economía, de la cultura». La familia es la base, incluso económica y financiera, de la sociedad, ha añadido el Presidente. Es «amiga de las empresas y ella misma es una empresa, que produce bienes y servicios, organiza el trabajo, redistribuye la riqueza según las necesidades y los principios de solidaridad y subisiariedad». Y ya Cicerón afirmaba que «la familia es la base primaria de la sociedad, de alguna manera la semilla de la república». «No es sólo el lugar del consumo, sino un modelo de una buena organización económica y política».
  
En el saludo inicial, el card. Francesco Coccopalmerio, Presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, ha elogiado la iniciativa de mons. Paglia y la colaboración con la Unión de juristas católicos, por un mejor desarrollo del debate social en cuestiones relevantes, en temas de matrimonio y familia, para «afirmar y defender con decisión la ontología original de la familia, no obstante los ataques y las críticas».
 
«Defendamos la familia en cuanto tal», ha dicho el Prof. Francesco D'Agostino. «Es erróneo halar de familia tradicional: la tradición se refiere a algo que nace de la historia, la familia en cambio es una estructura natural, como el lenguaje. Sin familia, con un padre y una madre, no hay una identidad humana, en lo bueno y en lo malo».
 
Es necesario, pues, superar una obsoleta concepción económica, que reduce la familia a lugar de consumo y de ahorro, ha aclarado sor Alessandra Smerilli. «La familia produce bienes de distinto tipo y valor, por ejemplo relacionales, de educación a la cooperación, a la confianza yy al sentido cívico, o la transformación de valores entre los muros doméstivos, y estas son virtudes éticas y económicas». Sor Smerilli ha recordado que ya para el abad Antonio Genovesi, contemporáneo de Adam smith, en el siglo XVIII, «confianza y virtudes civiles son el alma del comercio».
 
Las intervenciones legislativas, fiscales y económicas, a favor de la familia sobre todo para el microcrédito, «no son favores sino acciones equitativas, no son concesiones sino derechos», ha explicado Vincenzo Bassi. «El PIB, tal y como es calculado hoy, es un engaño, porque no valora tantas prestaciones gratuitas que también contribuyen a la riqueza nacional».
 
El valor, en los próximos decenios, para Johnny Dotti, será calculado de forma distinta, y no podrá más que ser de tipo "asociativo-colaborativo". «Hasta ahora, la teoría del consumo que domina la cultura occidental se ha basado en la teoría de los deseos y sobre los deseos se han construido los derechos. Esta tríada "deseo-derecho-consumo" ha fallado y genera infelicidad. es necesario cambiar radicalemtne esta perspectiva individualista y repensar el welfare (la ayuda social) en términos de necesidades relacionales y mutualistas».
 
«La familia no se financia, se sostiene», ha afirmado Mariella Enoc. «La persona es el capital a salvar. Es necesario invertir en la familia, sobre todo en las columnas fundamentales: el trabajo y el hogar».
 
En cambio, «¡qué empresa hacer familia hoy! », es la alarma lanzada por Franceso Belletti. «La familia es marginada, exiliada de la relevancia pública, en un progresivo debilitamiento cultural y social que se convierte en empobrecimiento económico y deshumanización». La familia vive en soledad, separada. Por lo tanto, «es necesario un esfuerzo para crear ligámenes entre las familias y con la sociedad», en un tiempo en el que «la familia es la cumbre, el lugar terminal en el que convergen todos los desasosiegos sociales, la última frontera de custodia de la fragilidad». Para que la familia sea empresa, una buena empresa, hace falta: «autonomía econnómica, fuertes relaciones, ayuda recíproca y una casa, entendida como lugar en el que habitar establemente y como comunidad».
 
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