El Cardenal escribe: “ No podemos limitar el debate al asunto de los divorciados casados de nuevo y a las demás situaciones pastorales difíciles que no han sido mencionadas en el presente contexto. Hemos de tener como punto de partida todo lo positivo y redescubrir y anunciar el Evangelio de la familia con toda su belleza. La verdad triunfa precisamente gracias a su belleza. Hemos de contribuir, con palabras y hechos, a ayudar a que las personas encuentren la felicidad en la familia de tal modo que logren dar a las otras familias el testimonio de su alegria. Hemos de entender la familia de una forma nueva: como Iglesia, una Iglesia doméstica, mostrarla como la via privilegiada para la nueva evangelización y la renovación de la Iglesia, una Iglesia que se pone en camino junto a la gente y con la gente. En familia las personas están en casa, o al menos buscan una casa en la familia. En las familias la Iglesia descubre la realidad de la vida. Estas familias son como un banco de prueba para la pastoral y para la urgencia de la nueva evangelización. La familia es el futuro. Incluso para la Iglesia la familia constituye el camino del futuro”.