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Divorciados casados de nuevo, cómo era en la Ia Iglesia primitiva   versione testuale


En el periódico “Avvenire” del 5 de abril el cardenal Walter Brandmüller, presidente emérito del Comite Pontífico de Ciencias históricas, aborda la discusión sobre la situación de los divorciados casados de nuevo en el seno de la comunidad de la Iglesia a la luz de los testimonios de la era patrística que militan a favor de su admisión a la Eucaristía. De modo particular, se centra en un volumen, “Divorcio, nuevas nupcias y penitencia en la Iglesia primitiva”, escrito en el 1977 por Giovanni Cereti, sacerdote de la diócesis de Genova, mostrando sin embargo los límites.
 
Brandmüller escribe así: “Es necesario liberarse de la visión de hoy en día al mirar hacia la antigüedad: debemos sin embargo estar muy atentos a no proyectar sobre la Iglesia primitiva la facilidad con la cual la sociedad de hoy en día acepta el divorcio y las segundas nupcias. Ya por entonces la antigüedad precristiana trataba el divorcio y las segundas nupcias de un modo muy restrictivo. No se puede hablar en absoluto en la época de los Padres de una práctica general del divorcio y de nuevas nupcias. Un segundo matrimonio simultáneo, es decir contraído mientras el primer cónyuge seguía en vida, estaba considerado como un adulterio perpetuo y jamás era reconocido como una opción cristiana”.
 
Esta fue la conclusión del Cardenal: “Una intrepretación de los textos que quiera seguir correctamente las exigencias del método histórico – crítico, no permite trazar las conclusiones a las cuales llega Cereti. De cierto modo no parece superfluo recordar que sólamente un consensus Patrum, - una enseñanza consensuada de los Padres y no una elección arbitraria de los textos- puede pretender el poseer autoridad doctrinal y por tanto tener valor probatorio en vista de una nueva práctica pastoral. Es bueno recordar también que el Espíritu guía a la Iglesia hasta la verdad completa (cfr. Jn 16,13). Esto conlleva que la Iglesia avanza en una comprensión cada vez más profunda de la verdad. Puesto que, por otra parte el Espirítu Santo en el transcurso de la historia no puede contradecirse, cada sucesiva adquisición no puede contradecir la precedente”.
 
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