Explica que “la tarea de educar a los niños no acaba nunca” y les invita a perseverar con generosidad, evocando las palabras del Papa Francisco: “Los ancianos son los que nos aportan la historia, la doctrina, los que nos aportan la fe y nos la dan en heredad”. Es así como monseñor Francisco Chavolla Ramos, obispo de Toluca (Méjico) y responsable de la pastoral de la familia de la Conferencia episcopal de Méjico, se pronunciaba en una carta dirigida a los abuelos.
“Habéis educado a vuestros hijos en periodos de cambios profundos – prosigue- pero esta tarea no acaba nunca. Al principio las lecciones son muy prácticas: comer, caminar, vestirse, lavarse. Luego el reto se hace cada vez más grande, ya que debemos ayudarlos a afrontar la vida, que es un flujo de situaciones, junto a sus límites, alegrías y adversidades”. El deseo del obispo sería que “en ninguna casa mejicana faltase la palabra de los abuelos sabios, caritativos y prudentes”, a estos los exhorta a “continuar participando en las parroquias, capillas y en las comunidades eclesiales”.