El procedimiento tuvo un impulso más con el Papa Francisco. El evento milagroso examinado acontecía en 2001, en los Estados Unidos, y se refería a la curación de un feto que en el quinto mes de gestación se encontraba en condiciones críticas por la lesión de la vesícula fetal, por la presencia de líquido en el abdomen y por la ausencia de líquido en el saco amniótico. La diagnosis había pronosticado la muerte del pequeño en el vientre materno o graves malformaciones futuras y había aconsejado incluso la posibilidad de una interrupción del embarazo. La mamá del pequeño rechazaba cualquier tipo de intervención y por sugerencia de una religiosa italiana que había conocido a Pablo VI, se confiaba a la intercesión del Papa Montini. Sucesivos análisis mostrarían el mejoramiento de la situación y el nacimiento ocurriría en el octavo mes, con un parto cesáreo y con el recién nacido en buenas condiciones generales.
El 12 de diciembre de 2013, el consejo médico del dicasterio para las causas de los santos certificaba lo inexplicable de la curación y, el 18 de febrero de 2014, los teólogos de la congregación reconocían la intercesión del Papa Pablo VI. El 6 de mayo obtenía la ratificación definitiva por parte de los cardenales. La promulgación del decreto llevaba la fecha del 9 de mayo. El Papa Francisco autorizaba a la congregación la promulgación del decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión del venerable siervo de Dios Pablo VI. En la misma audiencia, el Papa invitaba al dicasterio a comunicar el rito de beatificación del Papa Pablo VI: domingo 19 de octubre, Jornada misionera mundial, clausura de la III Asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos, abierta el domingo 5 de octubre sobre el tema “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”.
El Papa de la Humanae vitae y de la familia festejará así su primer día. Una fecha significativa y exaltante en la gloria de los santos.
