“La familia, la familia cristiana, la familia y el matrimonio nunca habían sido tan atacados como ahora, directa o indirectamente”. Lo decía el Papa Francisco respondiendo en español a algunas preguntas de fieles argentinos durante la audiencia que contó con casi 7.500 miembros del movimiento apostólico Schönstatt, que tuvo lugar en el Aula Pablo VI con ocasión del centenario de la fundación, fundación que nació en Alemania en octubre de 1914 por voluntad del padre José Kentenich.
De esta manera, solicitado por los representantes del movimiento apostólico, Francisco, volviendo a los temas del reciente Sínodo, subrayaba que cada vez más en la sociedad se plantea un modelo de familia entendido como una forma de “asociación”: “… Según este planteamiento ”se puede llamar a todo familia? Cuantas familias están divididas, cuantos matrimonios rotos, cuanto relativismo en la concepción del sacramento del matrimonio. En este momento, desde un punto de vista sociológico y desde el punto de vista de los valores humanos, como por ejemplo cuando se habla de sacramento católico, del sacramento cristiano, hay una crisis de la familia, crisis porque la golpean por todos los lados y la dejan malherida”!
Por lo tanto, el Pontífice invita a reflexionar sobre la realidad contemporánea, en esta realidad se asiste a la “reducción del sacramento a un rito”: “Lo que están proponiendo no es un matrimonio, es una asociación. ¡Pero no es un matrimonio! ¡Es necesario decir las cosas muy claras y esto debemos decirlo! La pastoral ayuda, pero sobretodo en esto es necesario que haya un ‘cuerpo a cuerpo’. Es decir, acompañar, lo cual también quiere decir perder el tiempo. ¡El gran maestro de perder el tiempo es Jesús! Perdió el tiempo acompañando, para hacer madurar la conciencia, para curar las heridas, para enseñar…Acompañar es emprender juntos un camino”.
A la luz de todo esto, Francisco solicita para los novios una preparación más profunda para el matrimonio, un acompañamiento, para entender este “para siempre” que hoy se pone en duda y se discute por la “cultura de lo provisional”, sin “escandalizarse” de lo que llegue, los “dramas familiares, la destrucción de las familias, los niños” que sufren a causa de la falta de entendimiento de los padres, pero también las nuevas formas de convivencia: “Son nuevas formas, totalmente destructoras y limitadoras de la grandeza del amor del matrimonio. Hay tantas convivencias y separaciones y divorcios: es por esto que la clave para poder ayudar es el ‘cuerpo a cuerpo’, acompañando y no haciendo proselitismo, porque esto no tiene ningún resultado: acompañar, con paciencia”.