“Los niños tiene derecho a crecer en una familia, con un papá y una mamá, capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y maduración afectiva”. Estas fueron las palabras del Papa en su intervención, el 17 de noviembre, en el Colquio internacional sobre la complementariedad entre el hombre y la mujer, organizado por la Congregación para la Doctrina de la Fe y que tuvo lugar en el Vaticano.
La complementariedad entre el hombre y la mujer “está a la raíz del matrimonio y de la familia, que es la primera escuela, en ella aprendemos a apreciar nuestros dones y los del prójimo” y “la familia – hacía esta observación – es el lugar dónde se viven tensiones” pero también es el lugar dónde estas tensiones se resuelven. “Cuando en este contexto hablamos de complementariedad entre hombre y mujer, no hemos de confundir estos términos pensando que todas las tareas y relaciones entre ambos sexos se puedan catalogar en un único y rígido modelo. La complementariedad asume múltiples formas, ya que cada hombre y cada mujer aporta su contribución personal al matrimonio y a la educación de los hijos. La propia riqueza personal, el proprio carisma personal, y la complementariedad llega a tener una gran amplitud. Y no es solamente un bien, sino que además es una belleza”.
A partir de la crisis de la familia, según Francisco, ha surgido “ una crisis de ecología humana, ya que tanto los ambientes sociales como los naturales, necesitan ser protegidos”: “Incluso si parece que la humanidad ha entendido la necesidad de plantar cara a lo que constituye una amenaza para nuestro medio ambiente natural, seguimos siendo lentos – ¡qué lentos somos!, en nuestra cultura, y también en nuestra cultura católica – somos lentos para darnos cuenta de que también nuestro ambiente social está en peligro. Por lo tanto es indispensabile promover una nueva ecología humana y hacerla avanzar”.
El Papa invitó a los jóvenes a no dejarse “llevar por la mentalidad dañina de lo provisorio, y a que sean revolucionarios y tengan el valor de buscar un amor fuerte y duradero, es decir, ir contracorriente”. Después, les exhortó para que no miren a la familia bajo un ángulo ideológico: “No debemos caer en la trampa de dejarnos definir por conceptos ideológicos. La familia es un hecho antropólogico, y por consiguiente un hecho social, cultural….Y nosotros no podemos clasificarla con conceptos de naturalezza ideológica que sólo fueron importantes en un momento de la historia, y luego cayeron. No se puede hablar hoy en día de familia conservadora o familia progresista: la familia es la familia. No nos dejemos catalogar por estos modelos de origen ideológico. La familia es familia por sí misma, tiene la fuerza en sí misma”.