Los encuentros mensuales, organizados por la Oficina diocesana para la pastoral de la familia, se desarrollan en cuatro sedes distintas, de forma que estos puedan estar presentes en el mayor número posible de ciudades. “Concretamente - nos cuentan Lia y Giuseppe Re, responsables de la Oficina- se trata de un camino para reflexionar sobre la Palabra de Dios y vivir la oración; para afrontar juntos todo el sufrimiento que conlleva una separación; para afirmar de manera rotunda, que la familia sigue existiendo incluso después de la separación; para que la separación no se considere como un motivo de alejamiento de la Iglesia; para vivir con responsabilidad la tarea de ser padres, teniendo especial cuidado y prestando una mayor atención a los hijos que debido a estas rupturas han de vivir la desorientación y la discontinuidad de la relación afectiva”. Un segundo objetivo, no por ello menos importante, que el “Pozo de Sicar” se propone desde un principio es el de sensibilizar y educar a toda la comunidad eclesial, en particular a los sacerdotes, para que éstos puedan acoger sin prejuicios a las parejas de separados y divorciados.