En la reunión bienal de delegados diocesanos para la familia y la vida que tuvo lugar en Bilbao del 28 al 30 noviembre asistieron más de 200 participantes de toda España. En la conferencia, presentada e introducida por monseñor Mario Iceta, arzobispo de Bilbao, habló el cardenal Fernando Sebastián, que participó en el Sínodo extraordinario por invitación personal del Papa Francisco. En su discurso recordó que en el Sínodo se recapitularon todas las alegrías y todo el sufrimiento que viven las familias y los matrimonios hoy en día. Alfonso Benito, supervisor del Sínodo, insistió en el reto educativo, haciendo hincapié en que la procreación y la educación de los hijos están inextricablemente vinculadas a la vocación conyugal.
María Lacalle presentó un informe sobre la centralidad del poder del desapego para redescubrir el matrimonio y la familia: "La debilidad del sujeto cristiano hace que sea difícil el dar una respuesta adecuada al don. Por lo tanto, me parece pertinente el promocionar una educación rica en valores y en virtudes que ayude a descubrir la singularidad de la persona humana”.
"El amor es la luz única e irremplazable, que permite distinguir la verdad de la apariencia, lo necesario de lo superfluo, lo que es importante de lo que es secundario", dijo el profesor Perez Soba: "La luz del amor es la única respuesta adecuada a las ideologías de todo tipo que manipulan la familia e impiden que el designio de Dios se difunda.
Monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, definió como un "kairos" la reunión sinodal, destacando el deseo del Sínodo de llegar a todos, para mostrar la belleza de la familia y para ayudar a los que han sido heridos en la vida matrimonial. "Como el Buen Samaritano, estamos llamados a sanar, a pensar no sólo en nosotros mismos, sino en los demás." Por último, hizo un llamamiento a alcanzar el objetivo de “ir al encuentro de todos aquellos que sufren por la soledad, el dolor, la angustia y la desesperación y vivir en una actitud de escucha y de servicio."