La declaración final de la Asamblea - en la que Monseñor Charles Morerod, obispo de Lausana, Ginebra y Friburgo fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal para el trienio 2016 - 2018 - invitó abiertamente a todos, Iglesia e instituciones, a ayudar aún más a los refugiados y migrantes en los dramas que están obligados a vivir; dramas muy a menudo causados por las separaciones y disgregaciones de los lazos familiares: "Siguiendo el espíritu del Evangelio - escriben los obispos – hay que acudir en ayuda de los pobres y sufrientes. El aumento de la indigencia, de hecho, requiere una mayor ayuda a todos los niveles. La solidaridad debe ir más allá de las fronteras nacionales y europeas porque Europa no es la que soporta la carga más pesada de la tragedia de los refugiados. Sólo una pequeña cifra de los 60 millones de personas que han huido de su país llegan a Europa. Por ejemplo, en Siria, de los 4 millones de personas que han abandonado el país, 3,5 millones viven en los países vecinos (Líbano, Jordania, Irak y Turquía)".