"Renovar una vez más el compromiso de defender y promover la vida humana", "desde la concepción hasta su fin natural, teniendo también en cuenta los sufrimientos con los que tantos hermanas y hermanos nuestros se enfrentan y a los que a veces se ven sometidos". Esta es la invitación que el Papa Francisco hizo el viernes, 6 de noviembre, a los participantes del 35º Congreso Nacional de los Centros de Ayuda a la Vida recibidos en audiencia.
Si por una parte "no parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles que nos rodean [...]cuando no se protege a un embrión humano, por otra, afirmó citando su encíclica Laudato Si, la propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación''. Tratando de "imitar al buen samaritano frente a las diversas formas de amenazas a la vida humana, - dijo dirigiéndose a los presentes - os habéis acercado a la fragilidad del prójimo, habéis trabajado para que no se sientan excluidos y rechazados por la sociedad aquellos que viven en condiciones precarias".
El Papa invitó a los Centros de Ayuda a la Vida a seguir trabajando “para proteger a las personas más vulnerables, que tienen el derecho a nacer a la vida, así como a cuántos piden una existencia más sana y digna. En particular es necesario actuar en diferentes niveles y con perseverancia, en la promoción y defensa de la familia, el primer recurso de la sociedad , sobre todo – concluyó- en referencia al don de los hijos y la afirmación de la dignidad de la mujer".