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La Iglesia francesa en diálogo   versione testuale
El documento pastoral de los Obispos para una sociedad pluralista que defienda a los menores



El Consejo para la Familia y la Sociedad de la Conferencia Episcopal Francesa, presidido por mons. jean-Luc Brunin, Obispo de Havre, ha publicado un documento, en los últimos días, con el título “Poursuivons le dialogue” ("Continuamos el diálogo") para el discernimiento y la orientación de temas relacionados con la familia, el matrimonio y la vida, destinado sobre todo a los operarios diocesanos de pastoral familiar, para «proseguir el diálogo sobre la visión cristiana del hombre, la especificidad del matrimonio católico y el sentido de la amistad», en el contexto que sigue a la aprobación del llamado "matrimonio igualitario" (entre personas del mismo sexo), en Francia, el pasado mayo, que «ha dividido a la comunidad nacional». «Si la fe cristiana − se lee en el documento − es un gran recurso que da sentido a nuestra vida, entonces es posible escucharnos y comprendernos para expresar cómo ella puede ser fuente de orientación y de inspiración ética en el seno de una sociedad pluralista y secularizada». El contexto, de hecho, es de un encendido y áspero debate entre posiciones opuestas, entre quien juzga en sentido positivo-evolutivo la nueva legislación y quien, como la Iglesia católica, denuncia los riesgos del cambio antropológico más que social. Los obispos franceses expresan su deseo de una conciliación «entre la voluntad de dar pleno sentido al matrimonio fundado sobre la alteridad de sexos y la voluntad de no rechazar a las personas homosexuales y sus expectativas», reconociendo la «complejidad del juicio ético» en una sociedad pluralista y secularizada.
 
En el documento se insiste en lo que ya han dicho los Obispos franceses, es decir, que «el matrimonio no se reduce al amor entre dos personas, sino que es una institución social, una relación de amor fiel entre un hombre y una mujer, abierta al nacimiento del hijo. esta institución significa para todos que la vida es un don y los dos sexos son igualmente indispensables para la vida y que el vínculo que está en la raíz de la filiación es el interés superior del niño».
Con este documento, la Iglesia se muestra madura en el «vivir la exigencia democrática», de «respeto a la laicidad» como «espacio público de confrontación entre opiniones diversas que buscan el bien común» y de «aceptación de que el propio punto de vista sea minoritario en el debate». La Iglesia católica está madura en el aspecto social, en tanto que «reconoce que el debate político no agota el debate ético y antropológico sobre las grandes cuestiones de la existencia humana» y «continúa promoviendo formas de reflexión diferentes sobre la visión del mundo y sobre las consecuencias para la vida de todos, especialmente de los más vulnerables». La madurez "espiritual" consiste en la «conciencia de que no sólo las palabras son útiles para expresar una convicción, sino que vale el testimonio y el compromiso de vida al servicio del prójimo, iluminados por la fe en Jesu Cristo».
La confrontación entre las diversas perspectivas éticas, sociales y políticas, debe, sin embargo, encontrar un fundamento común en la opción or el bien y el interés superior de los menores, en la "protección de la infancia y de la juventud", como afirma la Convención Internacional sobre los derechos de la infancia, de 1989, y la misma legislación francesa, como fue confirmado por el Consejo constitucional el pasado 17 de mayo de 2013, que ha reconocido el interés del menos como un derecho constitucional tutelado.
«La homofobia, como toda forma de discriminación, es inaceptable», dicen los Obispos franceses, que defienden una concepción del matrimonio como «unión de amor entre un hombre y una mujer, estable y abierta a la vida», válida en el plano civil precisamente por el interés superior de los niños.
 
 
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