En el encuentro con los Nuncios apostólicos en la Sala Clementina, el pasado viernes 21 de junio, el Pontífice ha recordado la centralidad del Amor y de la comunión con Jesucristo, de auténtica cercanía, unos para con otros, con un afecto "del corazón", "no formal", "de familia". El Papa Francisco ha dicho: «Los bienes, las ilusiones de este mundo acaban, empujan a no darse nunca por satisfechos; el Señor es el bien que no desilusiona. El único que no desilusiona. Y esto exige un desapego de nosotros mismos que se puede alcanzar sólo con una relación constante con el Señor y la unificación de la vida en torno a Cristo. Y a esto se le llama familiaridad con Jesús. La familiaridad con Jesucristo debe ser el alimento cotidiano del representante pontificio, porque es el alimento que nace de la memoria del primer encuentro con Él y porque constituye la expresión cotidiana de fidelidad a su llamada». La familiaridad con Jesús se da «en la oración, en la celebración eucarística, en el servicio de la caridad y en el hacer siempre todo con profundo amor».