A casi siete meses del encuentro de Milán, momento de fuerte reflexión y testimonio con respecto al matrimonio y a la familia, Su Excelencia ha resaltado la importancia que la familia tiene como “recurso” en la Iglesia y en la misma sociedad.
 

Lo que más cuenta –ha subrayado- es que, a pesar de que la cultura tienda cada vez más a convertirnos a la cultura del “yo”, de los derechos del individuo sobre los de la sociedad, el deseo de familia permanece siempre profundamente enraizado en el corazón de las personas, sobre todo de los jóvenes. Todavía el 80% de los jóvenes italianos declara preferir el matrimonio a la convivencia, y el 77% de los jóvenes franceses desean construir su vida de familia permaneciendo junto a la misma persona toda la vida.
 

La preocupación de la Iglesia se refiere a la muerte de la subjetividad del hombre en respuesta a la “metabolización” de elecciones y tendencias culturales dictadas por la sociedad. Cada individuo se siente libre de todo vínculo y relación, con el Otro pero también con Dios, y corre el riesgo de no reconocer más en el matrimonio la raíz verdadera de la familia, y en ella el fundamento de la sociedad.
 

La Iglesia se introduce en este debate a raíz de la advertencia de Benedicto XVI sobre la familia como el lugar primario de la humanización de la persona y de la sociedad, la cuna de la vida y del amor. La preocupación principal de la Iglesia es la de afrontar este periodo de crisis del matrimonio y de la familia siendo consciente de que el servicio ofrecido a la familia, es un servicio ofrecido a la sociedad misma. Y respondiendo a las acusaciones de conservadurismo, S. Ecc. Mons. Paglia durante la conferencia ha subrayado que la Iglesia se define “conservadora del futuro”, más bien.
 

Es urgente una atenta reflexión cultural y una defensa de la familia, para que vuelva a asumir el papel central en la política, en la economía, en la cultura, tanto a nivel internacional como en abierta colaboración con las otras tradiciones religiosas.
 

En este panorama de renovación cultural, el Pontificio Consejo para la Familia quiere ayudar a redescubrir los valores de la Familia, siguiendo dos perspectivas principales. En el interior de la Iglesia misma, auspiciando una renovación en la acción pastoral e intentando subrayar la importancia de las familias cristianas como testigos de alegría y de esperanza. Por otro lado, a nivel cultural, trabajando para volver a dar importancia a una cultura de la familia, a fin de que ésta se convierta, para los hombres, en una dimensión atractiva, realizable y considerada en su verdadera esencia como el futuro y la fuerza de nuestra sociedad.
 

Todas las iniciativas promovidas por el Pontificio Consejo para la Familia para el año 2013, y no sólo éstas, tendrán como elemento prioritario ayudar a la comunidad eclesial a interrogarse sobre la emergencia cultural de la familia, también con motivo del aniversario de la Carta de los Derechos de la Familia, promovida por el Pontificio Consejo para la Familia hace exactamente treinta años.