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Juegocatecismo
Entrevista a los cónyuges Giorgio Y Monica Rosatti



Mónica y Giorgio Rosatti están casados desde hace 22 años y viven en Trento con sus cuatro hijos: Pietro (17), Elisabetta (15), María (13) y Giovanni (9). Mónica nació en Roma en 1962 y Giorgio en Trento en 1965. Giorgio es profesor universitario en el Departamento de Ingeniería Civil, Ambiental y Mecánica de la Universidad de Trento, mientras Mónica, además de ser licenciada en Fìsica, ha conseguido el diploma de Magisterio en Ciencias Religiosas con una tesis sobre el acompañamiento de los padres en los caminos de iniciación cristiana de los hijos, y actualmente es ama de casa.
 
Formados ambos en elmundo del escultismo, son colaboradores del Centro de Pastoral Familiar de la Diócesis de Trento, y están ahora particularmente comprometidos en el estudio y animación de la Casa Diocesana de Espiritualidad Conyugal y Familiar. Desde hace más de diez años se ocupan de catequesis familiares, en la parroquia o en la diócesis. Coautores de "Aventura en Adviento" (Effatà, 2006) y autores de los tres folletos del Juegocatecismo: "Yo estoy con vosotros", "El Evangelio", "La Misa" (ElleDiCi, 2009)
 
1) ”Cómo ha evolucionado el Juegocatecismo? ”Ha habido innovaciones?
«Sí. Ha habido innovaciones. La evolución ha seguido cuatro directrices: la priemra se refiere a la ampliación de las ofertas, con nuevos juegos inéditos creados y realizados gracias a la fantasía y a la originalidad de los sucesivos grupos familiares; grupos que han participado en nuestro recorrido y que no se han contentado con probar sólo lo ya existente. Han nacido algunos juegos muy bonitos que reflejan diversas sensibilidades. No podemos menos que sorprendernos por la riqueza de carismas presentes en los padres.
Una segunda directriz de desarrollo se refiere a la propuesta de jornadas dedicadas al Juegocatecismo. Algunas parroquias, que no quieren organizar un itinerario como el nuestro, han propuesto dos o tres domingos durante el año, estructuradas según la idea del Juegocatecismo, y de invitar a familias con niños en catequesis. Se han celebrado retiros muy intensos, participados, como preparación al sacramento de la Primera Reconciliación y de la Primera comunión, en los que ha sido posible la integración de algunos padres en la preparación de diversos aspectos de la jornada. En cada parroquia, de hecho, hay alguna pareja que es capaz de hacerse cargo de uno u otro aspecto del encuentro, sobre todo por periodos limitados de tiempo.
La tercera pista evolutiva ha tenido como objeto el material ya usado, que ha sido adaptado para actuaciones de grupos de niños que participan en una catequesis más tradicional (es decir, animada por un sólo catequista con una reunión por la tarde una o dos veces a la semana). También en este caso ha habido un balance positivo dado que los niños aprenden mucho de lo que viven. Los participantes, en este caso, lógicamente, han sido los niños y no sus padres.
Una última evolución concierne a algunas parroquias, que han iniciado experiencias similares. El contagio se ha producido por un contacto directo y también porque hay necesidad de un apoyo prolongado a las parejas dispuestas a animar un grupo de familias según la propuesta del Juegocatecismo. También en estos casos la experiencia ha sido muy positiva, más allá de toda expectativa. Nos dimos cuenta, sin embargo, que para poder ampliar el radio de influencia de la propuesta era útil pensar en alguna estrategia de apoyo para quien quisiera iniciarla: los folletos no eran suficientes. Por eso hemos tenemos dos sueños: el primero consiste en recoger los materiales y ponerlos on-line, previendo un foro para el apoyo y el acompañamiento a distancia de aquellos que quisieran probar esta experiencia; el segundo, en cambio, estimulado por la idea de algunas parroquias que han propuesto jornadas especiales, sería convertir algunos de estos juegos en fuente de espiritualidad para la familia, en la Casa Diocesana de Espiritualidad Familiar».
 
2) ”Cuál ha sido el encuentro en el cual el "juego-tema" ha dado mayores frutos? ”Podéis describirlo?
«En realidad es difícil responder a esta pregunta, porque han sido muchos los años y los juegos que han dado frutos sorprendentes, también a distancia en el tiempo y no sólo durante el encuentro de catequesis. Entre los últimos: La "Eucaristion Cup", para introducir el significado de la Eucaristía en la propia vida, ambientada en un circuito automovilístico que representa el curso de la vida, con sus obstáculos y sus alegrías, y de cómo cambia la perspectiva si "está Jesús al volante", si nos alimentamos de Él; también el "Riconcilia Park", que ha sido mucho más que un simple juego: de hecho, los diferentes momentos en que estaba articulado este especial "luna-park" invitaban al examen de conciencia como preparación a la Reconciliación. Difícil, pues, elegir. Podremos quizá hablaros de uno de los más logrados, como "La parábola del Padre misericordioso". Este juego ha sido probado por grupos muy diversos, desde grupos de familias, parroquias que lo han ofrecido como retiro en preparación a la Primera Confesión, a grupos de catequesis más tradicionales; en definitiva, realidades muy diferentes entre ellas, en las que siempre ha quedado una huella.
Todo nació con la idea de hacer comprender a los niños la inmensidad de la misericordia de este Padre, la desproporción de su gesto de amor. Por esto se pensó en hacerles experimentar la situación vivida por el hijo menor a su regreso, escenificando otros posibles finales. Viviendo los diversos finales, los niños se dieron cuenta de que la reacción del Padre no había que darla por supuesta. ”Cómo hicimos? Una anciana sentada reúne en torno a sí a los niños y empieza a contarles una historia escrita en un viejo libro. La historia que les cuenta es la parábola del Padre misericordioso, pero... en el momento más bello del relato no puede seguir porque falta la última página del libro. El juego comienza aquí: los niños deben buscar la página final del libro. Para lograrlo deben entrar físicamente en cuatro finales diversos, es decir entran en cuatro habitaciones que serían como las páginas ideales del libro; en realidad en cada una de ellas se representa una de las posibles reacciones del padre. Entrando en la habitación, viven la situación representada. Los cuatro finales que hemos imaginado son: un padre que no perdona, sino que está enfadadísimo y la emprende a golpes con su hijo (no os preocupéis: hemos usado uno de esos bastones de carnaval y los niños tienen que intentar huir de sus golpes); un padre indiferente delante al cual los niños tienen que intentar enternecer para que se compadezca, pero sin éxito; un padre que perdona a cambio de una penitencia, por lo cual los nisños tienen que pelar un montón de patatas antes de ser perdonados (patatas que después se concinarán para la comida); por último, el Padre misericordioso, que está feliz de verlos, que corre hacia ellos y regala a cada uno un precioso anillo, que los nisños tiene que encontrar, divertidos, en una gran caja llena de confetis.
Para descubir cuál es el final correcto, en cada habitación encuentran una página desgarrada en la cual se narra el final correspondiente a la situación vivida, pero intentando encajar cada una de estas páginas en el libro de la anciana, sólo una encaja exactamente. Se descubre así que el Padre de aquella parábola es el misericordioso y que, además, organiza un banquete para festejar al hijo retornado. El juego concluye, por eso, participando todos en la comida, festiva como la de la historia, invitados por el Padre misericordioso en persona. Es interesante ver que en el tiempo transcurrido entre la experiencia vivida y el descubrimiento del final adecuado, los niños han aventurado hipótesis: todos estaban convencidos de que ese final fuese el del perdón condicionado. Algunos no querían ni siquiera aceptar que el final justo fuese otro. Han comenzaod a discutir entre ellos y con los adultos (padres y catequistas). Sólo entonces está el terreno preparado para anunciar a un Dios que nos desborda y supera por doquier. ”De qué otro modo se podría lograr la misma eficacia para hacerles comprender la diferente medida con que mide Dios? Una observación final: el juego estimula también a los adultos, porque el hecho de que Dios se comporte así, nos interpela también a nosotros, porque al compararnos con este Padre, los padres nos interrogamos sobre el propio modo de educar a los hijos y de preguntarnos cómo nos comportaríamos si estuviésemos en la misma situación».
 
3) ”Habéis pensado en aumentar la interacción entre catequistas y muchachos a través de la tecnología? ”Usarla sería para vosotros una pérdida de interacción, de experiencia, o se potenciaría?
«Hemos experimentado directamente el uso de varios dispositivos tecnológicos, sobre todo cuando hemos trabajado con muchachos más grandes (edad media). Hemos creado un foro y abierto un grupo de catequesis en Facebook. Cuantos más lenguajes y canales de interacción se adoptan, mejor, sobre todo si se trata de canales que los muchachos frecuentan habitualmente. Hay que hacer, sin embargo, una matización: estos canales son usados como complemento de una relación fuerte entre el catequista y los muchachos, porque lo importante es compartir las experiencias. Esto vale para los muchachos y los niños. Ahora más que antes, nuestros hijos tienen una necesidad extrema de hacer junto a sus educadorees experiencias concretas, vividas, y de salir del mundo virtual. Es dentro de estas vivencias que se da la relación educativa. Y sin haber construido antes esta relación, el anuncio no encuentra el terreno en el que germinar. Ciertamente, las experiencias deben ser muy diversas en función de la edad de aquellos a los que se les plantea, pero lo importante es que sean tangibles, hechas junto a los adultos que les educan, sean éstos padres, catequistas o animadores. Esto también para los más pequeños. Nos ha gustado que ciertos juegos hayan sido eficaces por pedir a los niños que desarrollaran actividades concretas que no habían tenido nunca ocasión de hacer: planchar, segar, clavar clavos, usar un telar, hacer mantequilla, el pan o el queso, ir al bosque, encender un fuego... actividades que no son verdaderos juegos pero que se convierten en eso para unos niños que están habituados a vivir en mundos abstractos de imágenes virtuales. Quedan fascinados e impresionados por estas actividades; en ellos queda una huella. Y este es el contexto ideal para construir una relación verdaderamente educativa, en la cual arraiga mejor el anuncio de la fe».
 
4) Es una lástima que una experiencia tan original no sirva de ejemplo a otros. ”Cuáles, según vuestra opinión, son los elementos para crear nuevas experiencias?
«Esta experiencia es muy hermosa, pero no hay duda de que para quien anima el grupo es muy exigente. Y el compromiso puede asustar. Para comprender qué elementos pudieran ayudar a realizar otras experiencias similares, podemos fijarnos en las nuevas que han partido de ésta y de las que sabemos algo.Ante todo havía una pareja, un catequista o un sacerdote que estaba encantado con la idea. Han intuido que podría ser una buena experiencia para proponer a las familias de la propia Parroquia y se han lanzado a ello. Por lo tanto, lo primero es hacer conocer la iniciativa, suscitar interés, sostener las motivaciones de quien podría aplicarla. Para esto estarían las Oficinas Diocesanas si se enamorasen de la idea, está la web, las publicaciones y nuestra disponibilidad (poca cosa, lo sabemos) a ir por doquier a contar o a invitar a quien quiera hacerse una idea de cómo sería vivir una de nuestras jornadas.
Un segundo elemento determinante ha sido la función de acompañamiento y apoyo a quien se ha lanzado. Estamos dispuestos a asumir esta función en una escala más amplia a través de la red. Es necesario que cerca de nosotros se creen comunidades de apoyo y autoformación entre los animadores de varios grupos. También en las parroquias. Trabajar en equipo, crear comunidades, antes que dejar a las personas solas, obviamente ayuda.Los animadores deben encontrarse agusto con este modo de trabajar. Deben ser personas que creen que se pueden hacer cosas serias a través del juego. Esto significa que es más fácil si se buscan animadores entre quienes ya han hecho experiencias educativas en grupos juveniles, en oratorios o en grupos scout.
Por último, es necesario tener una gran confianza en los padres que están alrededor y mirrlos con una visión de futuro. Nos debería ayudar esta pregunta: "”Cómo los ve Dios?" Es preciso observar las capacidades eiventes o escondidas y hacerlas surgir, valorarlas. Una vez que se vrea una buena colaboración con los padres, de hecho, la barca va viento en popa y se debe sólo estar vigilante».
 
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