Con motivo del Consejo del Pontificio instituto "Juan Pablo II" para estudios sobre el matrimonio y la familia, Emanuela Bambara ha entrevistado en exclusiva para el Pontificio Consejo para la Familia a la profesora Tracey Rowland, Presidente del "John Paul II" Institute for Marriage and Family en Melbourne, Australia, y miembro permanente del Instituto de Filosofía política y Teología continental.
1. Profesora, ”cómo está la familia en Australia y cuál es la cultura prevalente?
El contexto cultural es parecido al del resto de Occidente, de una avanzada secularización, que lleva a una aproximación pragmática a las relaciones, a la familia, al matrimonio. En este contexto, la teología del matrimonio como sacramento no es comprendida, la concepción cristiana de la familia aparece como un moralismo conservador. Hay una cierta confusión, pero la concepción dominante es la de la familia como unión entre un hombre y una mujer. No como una unión estable para la vida. Desde que fue aprobada la ley del divorcio en 1975, el número de familias separadas ha aumentado continuamente, hasta el punto de que hoy se divorcia una pareja de cada tres. Si se basa el matrimonio y la elección de la pareja sólo en el corazón, los problemas llegan cuando cabeza y corazón se separan o, sobre todo, cuando entran en conflicto.
2. ”Qué papel formativo lleva a cabo el Instituto dedicado a Juan Pablo II?
Un papel cultural de formación, difícil en Australia, donde la Iglesia católica ha perdido la confianza de la mayoría de la población y muchos católicos rechazan la enseñanza de la Iglesia católica. Los sacerdotes son pocos y tienen un trabajo enorme y fatigoso. Intentamos que los jóvenes comprendan la belleza del misterio del sacramento del matrimonio y ofrecemos en el catecismo del amor humano en el Juan Pablo II, a la familia entendida como patrimonio de la humanidad y de la Iglesia, una norma y un principio para comprender el significado y el valor profundo de la sexualidad y de la unión conyugal, del matrimonio y de la familia. Ayudamos a comprender la relación indisoluble y esencial entre amor y razón en el sacramento del matrimonio, en la familia que tiene en Jesucristo el modelo perfecto de comunión plena.
