En la visita “ad limina”, que suele tener lugar cada cinco años, los obispos presentan al Papa un informe sobre su diócesis según un esquema suministrado por la Congregación para los Obsipos y que abarca todos los ámbitos de la vida de la diócesis y de la misión del obispo: desde la organización territorial a la organización de la Curia y de la diócesis, a la población, a la vida cristiana de los fieles, al número de sacerdotes, a la vida del presbiterio, del seminario, de las parroquias y de las escuelas católicas. No falta la pastoral familiar, la de la salud, la doctrina social de la Iglesia, la caridad y las relaciones del obispo con las autoridades civiles, el estado de las obras de arte y los medios de comunicación social. El informe concluye con una reflexión general sobre la diócesis y sobre el futuro de la Iglesia particular. Esta relación es muy útil para conocer la vida, el crecimiento y también las dificultades de una Iglesia particular y es la base para el coloquio de los obispos con el Papa y con los dicasterios de la Curia romana.