En el vasto Programa del Encuentro Internacional de Oración por la Paz, con el título "El Coraje de la Esperanza", promovido en los días pasados en Roma por la Comunidad de San Egidio, el Presidente del Pontificio Consejo, mons. Vincenzo Paglia, en uno de los 50 paneles previstos, bajo el tema: "
Necesidad de Familia". Ha moderado el encuentro Marco Tarquinio, director del Avvenire. En la mesa: mons. Laurent Ulrich, Arzobispo de Lille, Francia; el Presidente de la Comunidad Hebrea de Roma Riccardo Pacifici; el Director del Centro para el Estudio de las Sociedades en Vía de Desarrollo en India, Rai Kumar Srivastava; el Vice-Presidente del Movimiento “Ennahdha” Abdelfattah Mourou, proveniente de Túnez, el senador Giampiero Dalla Zuanna; el euro parlamentario Antonio Tajani.
«La familia se encuentra hoy en una situación paradójica», ha afirmado mons. Vincenzo Paglia. «Por un lado, se atribuyen grandes valores a los vínculos familiares, hasta el punto de hacerla llave de la felicidad; por otro, vemos que las rupturas conyugales son cada vez más frecuentes, hasta el punto de que se piensa que sea imposible imaginar una familia que dure. La cultura no apoya la familia como un ideal posible. De aquí, muchos de los problemas que ponen en crisis el matrimonio y la familia". De hecho, "el yo prevalece sobre el nosotros y el individuo sobre la sociedad y la familia. se prefiere la cohabitación al matrimonio, la independencia individual en nombre de la libertad a la dependencia recíproca en nombre del amor responsable. Con un juego de palabras, se podría decir que la familia, más que "célula básica de la sociedad" es considerada "Célula básica del individuo"».
Pero «esta “dictadura del individualismo” - que rompe afectos, vínculos, derechos y deberes y responsabilidades - no hace bien a nadie; al contrario, cava abismos de dolor en aquellos que se separan, se alejan, entre en conflicto entre sí. Un dolor, una falta de confianza y una incertidumbre de sentimientos, que afectan sobre todo a los más débiles, en las familia y en la sociedad. Es a partir de ellos, de los más débiles, que se comprende hasta el fondo el "deseo de familia", que es uno de los deseos primarios en la vida de los seres humanos. Basta pensar en los niños y ancianos, en los solitarios y enfermos, en los minusválidos e inadaptados. En familia es más fácil ser acogidos y no rechazados, amados y no abandonados, abrazados y no descartados. La civilización de una sociedad se basa en eso».
Durante su intervención, el Arzobispo ha afirmado que «cuando la cultura contemporánea promueve el objetivo de la autonomía absoluta del individuo, engaña, porque promueve un objetivo que es completamente irreal y no prepara a los seres humanos a afrontar las fatigas y los sacrificios que requiere una relación duradera y verdadera entre seres humanos».
Al final de la relación, el Presidente del Pontificio Consejo ha renovado su invitación a hacer más sólida la familia. «El vínculo entre el "yo" y el "otro" y la "otra" son dos hilos con los que teje la tela del "nosotros". Y este tejido, para nosotros cristianos, empieza en la Iglesia y la casa».
