"El verdadero foco de la discusión sinodal no es que los divorciados casados por segunda vez accedan a la Eucaristía, sino que la doctrina de la Iglesia se haya convertido en un ideal inalcanzable para la sociedad de hoy en día. Pero si las cosas están así realmente hay que aclararlas, informar expresamente a todo el mundo que el Evangelio, la Buena Nueva, se ha convertido en una carga insoportable, totalmente innecesaria ". Esta ha sido una intervención decisiva en apoyo a la doctrina tradicional de la Iglesia, realizada el pasado 20 de mayo por el cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, durante la presentación de la colección "Familia en obras", publicada por Cantagalli, en el Pontificio Instituto Juan Pablo II.
Se invitó al Cardenal a presentar la nueva colección de libros. En dicha presentación el Cardenal pudo expresar plenamente sus convicciones más profundas, contenidas en su reciente libro "Dieu ou rien" – que estará a la venta próximamente en Italia. Según Su Eminencia Sarah, "la riqueza cristiana no puede ser degradada por un cierto pragmatismo o por un sentimiento común. El punto de partida para comprender la profunda conexión entre el cristianismo y la moral es el encuentro entre cada uno de nosotros con Cristo, una persona que da a nuestra vida un nuevo horizonte. No se trata de un teorema filosófico ni de una cierta moral, sino, repitió, de un encuentro. Por tanto, la Iglesia debe contrarrestar con valentía la gran regresión de las personas dentro de una sociedad hedonista donde se cree erróneamente (es un error que podemos constatar todos los días) que el liberalismo desenfrenado conduce al progreso de la civilización. Llevar al hombre, deseoso de amor, a la fuente del amor es nuestra misión como Iglesia, que hemos de llevar a cabo incluso si hay que pasar por el martirio - físico o espiritual - y la familia es el lugar privilegiado donde se encuentra el amor que da sentido a la vida".
"La doctrina - dijo el Prefecto - no pertenece a ninguna persona sino a Jesús. Nuestro trabajo, como pastores, es protegerla; porque protegiendo la doctrina protegemos a las ovejas, aquellas que Cristo ha rescatado con su propia sangre. No se puede cambiar el Evangelio: Cristo fue misericordioso, pero también dijo que romper el matrimonio es adulterio y, sin arrepentimiento, nadie puede acercarse a la Eucaristía. Así que si creemos que la Eucaristía es una simple comida, a la cual todos tienen derecho, y no el Cuerpo de Cristo, perdemos el corazón del misterio, perdemos la fe. Creo, por tanto, que es muy grave la confusión creada por los prelados, debida a su poca fe; pero si nosotros los pastores, primero, demostramos una fe fuerte y valiente entonces también el pueblo nos seguirá con la misma determinación".
El Cardenal Sarah, refiriéndose a las enseñanzas de Benedicto XVI, concluyó su discurso proponiendo a los divorciados que se han casado por segunda vez, un camino de amor diferente, que los conduzca igualmente a la unión con Jesús: “El sufrimiento, la lejanía llena de deseo, puede conducir, paradójicamente, a unirse con el Señor, compartiendo su propio sufrimiento por amor. El dolor causado por no poder comulgar puede ser el camino para pasar de la muerte a la vida, una manera de vivir la Eucaristía".