"No se bromea con el matrimonio". Es el título de la carta pastoral, dirigida a todos los fieles de su país, que los obispos de Australia han publicado recientemente para hacer el balance de la situación del debate sobre el "matrimonio" entre personas del mismo sexo.
Después de recordar que desde siempre la Iglesia se ha opuesto a cualquier forma de discriminación injusta contra las personas, en cuanto a su religión, sexo, raza, edad, etc., el texto nos invita a considerar el matrimonio entre personas del mismo sexo como una grave forma de injusticia hacia todas las personas, una injusticia, que, como todas las demás, la Iglesia ha de denunciar. De hecho, explica la carta, es muy injusto legitimar la falsa afirmación de que no hay distinción entre el hombre y la mujer, entre el padre y la madre. Sería igualmente injusto, subrayan los obispos australianos, hacer caso omiso de los valores particulares que se inculcan en el verdadero matrimonio. Injusto sería ignorar la importancia para el crecimiento y para una vida equilibrada de los niños el hecho de tener un padre y una madre; desestabilizar una vez más al matrimonio, cuando ha sido sometido desde hace ya mucho tiempo a una presión considerable y modificar retroactivamente los fundamentos sobre los que todos los matrimonios existentes han optado por decirse sí para siempre.
La carta habla de la diferencia substancial entre lazos afectivos y completa unión en una sola carne; la importancia del matrimonio, de la familia, de un padre y de una madre; para finalmente abordar las consecuencias negativas para toda la sociedad que resultan de una redefinición del matrimonio que niega su propio sentido.