La cultura contemporánea registra una mentalidad filosófica y antropológica que presenta algunas características, para el Secretario del Pontificio Consejo para la familia, mons. Jean Laffitte, que merecen ser puestas de manifiesto.
En primer lugar, "el rechazo a toda referencia a la ley natural y la separación entre la libertad humana y la naturaleza del ser humano". Como afirma la encíclica "Veritatis Splendor" (48), sólo en este contexto, el del ser corpóreo y biológico del hombre, "es posible pensar en una naturaleza humana en términos de libertad, que decide y que crea las condiciones de la propia elección". El cuerpo no es, entonces, "materia humana, poseída por el individuo, objeto de placer eventualmente puesto a disposición del compañero, en el ámbito de una relación considerada 'privada' y sobre la cual la única autoridad reconocida en la del sujeto mismo", afirma mons. Laffitte.
Se da, pues, "un uso impropio del término 'naturaleza';" -continúa el Secretario del Dicasterio- "en la visión cristiana de la naturaleza, de unidad de alma y cuerpo en la persona humana, el orden natural es la fuente de la racionalidad, de origen providencial, y de las leyes que gobiernan los comportamientos". El derecho natural, pues, regula "la participación de los hombres en la naturaleza universal", que se presenta en los "preceptos de la ley natural, que comunican el conocimiento objetivo de las reglas morales de comportamiento".
En esta concepción, en la que se interrumpe la relación vital entre derecho natural y derecho positivo, "es olvidada la misma dignidad del hombre". De hecho, como ha dicho mons. Laffitte en la homilía de la Celebración eucarística de apertura del Convenio de trabajo de los juristas internacionales sobre el tema "Los derechos de la familia y los desafíos del mundo contemporáneo", promovido por el Pontificio Consejo para la Familia en los días pasados (del 19 al 21 de septiembre de 2013), "los deseos humanos no tienen límites y, por lo tanto, no hay límites a las reivindicaciones individuales, como muestra la locura legislativa en muchos países". "Como juristas -dijo mons. Laffitte- estamos preocupados por la justicia en el sentido más amplio del término, que no se limita a satisfacer las pretensiones individuales". "Como juristas católicos, deseamos dejarnos inspirar por la justicia que viene de Dios y de la que el Evangelio nos da un extraordinario ejemplo. Como juristas católicos, estamos inducidos a referir nuestros deseos de justicia y nuestra sincera y profunda búsqueda de la justicia a lo que el señor ha mostrado y realizado", ha concluido el Secretario. "La familia es portadora de derechos que sólo Dios, Creador y redentor, ha podido conferir al matrimonio, y de los cuales la ley natural es la expresión descifrable".