"Por todas partes resplandece la belleza y la importancia del evangelio esencial del matrimonio y de la familia, el patrimonio y la célula humana, que consiste en un hombre y una mujer en el don total de sí mismos; Iglesia doméstica, matriz de la vida, escuela de humanidad y de fe, columna de la vida social. Es una fuente de futuro”. Estas fueron las palabras con las que el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia episcopal italiana, dio inicio a los trabajos de la Asamblea general en Asís rememorando el Sínodo extraordinario sobre la familia.
“Es una irresponsabilidad – continúa diciendo- el debilitar a la familia, creando nuevas formas, que conducen a distinciones engañosas y que tienen el único propósito de confundir a la gente y de ser una especie de caballo de Troya de clásica memoria, para minar cultural y socialmente el núcleo fundamental de la persona y de lo humano ". "El amor - dijo el presidente de la CEI - no sólo el sentimiento – resonó con fuerza en el Aula sinodal - es decisión; los niños no son objetos que se puedan producir, reclamar o disputarse por ellos, no están para servir los deseos de los adultos, al contrario: son los personas más vulnerables y delicadas, tienen derecho a un padre y a una madre ".
Si “las dificultades económicas repercuten en el mantenimiento del núcleo familiar”, el deseo de la familia “permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y motiva a la Iglesia, experta en humanidad y fiel a su misión, para anunciar sin detenerse y con profunda convicción el “Evangelio de la familia”. Ésta última, “definida y garantizada por la Constitución”, prosigue el cardenal, “continua a ser la fuerza de nuestro País, el sostén fundamental, benéfico, moral y material que permite a la gente el no sentirse abandonada y sola ante las tribulaciones y las angustias del presente y del futuro. Se habla a veces del “familiarismo” italiano: si los excesos nunca fueron buenos, la conciencia viva de la familia debe hacer que nos sintamos orgullosos en Italia y en el extranjero ".