“¡Velad porque no sabéis cuando llegará el momento…!”. El Evangelio de hoy nos recuerda que estamos llamados a vivir cada día amando a todas las personas cercanas a nuestras vidas, calurosamente, llenos de compasión, perdón y alegría hacía todo ser humano, especialmente con nuestro cónyuge. Cuando nos casamos, en realidad, habíamos estipulado un pacto con el otro: amarlo, honrarlo y servirlo. El Evangelio nos invita a recordar que nuestras vidas no siempre estarán unidas aquí en la tierra, impulsándonos a dar gracias a Dios por el maravilloso don que representamos el uno para el otro, uno de los mayores regalos que nos ha hecho el Padre. Isaías nos recuerda: “Tu eres nuestro Padre. Nosotros somos la obra de tus manos”. Por esto es realmente importante que demos gracias a Dios cada día por la presencia del otro.