Jesús elige a Pedro, Santiago y Juan, los toma consigo y los lleva a la montaña, lugar de la manifestación divina, donde se muestra "transfigurado", con un vestido tan brillante y luminoso que no se puede comparar con nada. Están presentes Moisés y Elías. El primero es el autor de la Ley y el segundo el que hizo que esta ley fuera observada. Son los hombres que en la primera alianza hablaron con Dios y ahora hablan con Jesús, que es Dios.

Pedro está confundido, perplejo, asustado y sin embargo, propone a su Rabbì hacer tres tiendas evocando así la esperanza de que el Mesías se revelaría durante la fiesta por excelencia, la fiesta de las tiendas: en dicha fiesta se hacía memoria de la liberación de la esclavitud de Egipto y durante una semana se vivía bajo las tiendas. La espera del nuevo libertador está vinculada a la Fiesta de los Tabernáculos.

Y Jesús es el nuevo y definitivo liberador. La nube que lo rodea es un signo de la presencia y de la liberación llevada a cabo por Dios, mientras que la voz que surge de la nube es la de Dios que muestra a Jesús como "Mi hijo, el amado." "Escuchadlo". El imperativo se centra en Jesús. Debemos buscar el silencio para escuchar a Jesús , escuchar su Palabra. El mejor día es el que viene después del sexto.